
Pueblos picassianos, pinturas rupestres, catedrales renacentistas, mariscos de lonja y uno de los mejores arroces de España
Ubicadas en el extremo sur de Cataluña, las Tierras del Ebro conforman un territorio extenso que abarca varias comarcas profundamente ligadas al curso del río Ebro. A menudo se confunden con el Delta del Ebro, pero esta región comprende mucho más que su desembocadura. No obstante, sintetizar Tierras del Ebro (Terres de l'Ebre, en catalán) solo en el litoral es un error.
Se extiende por municipios de interior y de costa, con montañas, campos de olivos y arrozales, además de marismas y playas mediterráneas. Un recorrido de enorme complejidad que poco o nada tiene que envidiar a la Costa Brava y que hace de Terres de L'Ebre un destino privilegiado.
Aquí el río Ebro, el más caudaloso de España, ha sido el eje vertebrador de la vida en estas tierras. Desde la antigüedad, íberos, romanos y musulmanes dejaron su huella en un territorio marcado por su estratégica ubicación. Tortosa y su imponente castillo, fue un enclave clave durante la Edad Media y una de las localidades que más encarecidamente recomendamos visitar.
Por su parte, otros municipios como Amposta, Sant Carles de la Ràpita o Ulldecona han crecido a la sombra del río, que ha modelado el paisaje y las tradiciones. Una geografía política que, perfilada como tierra de frontera, hace que en Terres de l'Ebre abunden edificaciones militares y fortificaciones. El de Miravet, ejemplo románico, es también una parada imprescindible.
Evidentemente, uno de los elementos más singulares, sino el que más, es el Delta del Ebro, el segundo humedal más grande de España y uno de los más importantes de todo el Mediterráneo.
Sus lagunas, marismas y extensos arrozales lo convierten en un refugio imprescindible para miles de aves migratorias, como los flamencos. La riqueza ecológica del delta ha llevado a su declaración como Parque Natural y su inclusión en la Red Natura 2000.
Como era evidente en una zona de estas características, uno de los tesoros culinarios de la zona son sus arroces y mariscos. El arroz del Delta, cultivado en condiciones óptimas gracias a las aguas del Ebro, es la base de numerosas recetas tradicionales.
Quizá la más popular sea el arròs, col i fesols (arroz con col y alubias) aunque cada vez es más difícil de ver. Aquí también, además, se da una curiosa variedad de morcilla de arroz local: la baldana. No habría que marcharse tampoco sin probar la famosa clotxa, un pan redondo al que se le quita parte de la miga y se llena de sardinas y arenques, además de tomates, cebollas y ajos escalibados.
A todo eso hay que sumar mariscos como los mejillones, los canyuts, las tallarinas (coquinas) y las ostras de la bahía de los Alfaques, que son una delicia, al igual que los aceites de oliva con denominación de origen del Montsià y la Terra Alta.
Otro aspecto esencial para entender la identidad de las Terres del Ebro es su calendario festivo. Las fiestas del Renacimiento en Tortosa, que recrean el esplendor del siglo XVI, y la Semana Santa, con sus procesiones tradicionales, son algunas de las más destacadas (como sucede en Ulldecona, con la representación de La Pasión).
Además, los correfocs, castellers y festividades vinculadas a la cosecha del arroz muestran la fusión entre el legado histórico y las tradiciones rurales que aún perduran. En cuanto a cómo organizar la visita, evidentemente Tierras del Ebro pide coche, sobre todo si queremos recorrerlo en profundidad.
Día 1: Terres de L'Ebre hacia dentro
Resumir el interior de la región es injusto e imposible en apenas unos pocos planes. Hay paradas que podríamos considerar obligatorias, pero la realidad es que en dos días hablamos de un territorio inabarcable en el que dejarse cosas 'fuera' es normal. No obstante, como recomendación, para unir naturaleza, patrimonio y arquitectura saliendo de la costa propiamente dicha, las apuestas de Ulldecona, Miravet y Tortosa son fundamentales.
Mañana: Ulldecona, la Altamira tarraconense
Ulldecona es uno de los rincones más sorprendentes de las Terres del Ebro gracias a su legado histórico. Un imprescindible es la visita a las Pinturas Rupestres de la Serra de Godall, un conjunto de arte levantino con más de 8.000 años de antigüedad, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Estas pinturas, consideradas la "Altamira tarraconense", representan escenas de caza y rituales ancestrales.
Otro punto de interés es el Castillo de Ulldecona, una fortaleza medieval con raíces islámicas y cristianas que ofrece unas vistas espectaculares de la comarca del Montsià. Sus torres y murallas narran siglos de historia vinculada a la reconquista y la defensa del territorio.
Para adentrarse en la tradición agrícola de la zona, es recomendable visitar los olivos milenarios del Arión, un museo al aire libre con ejemplares que superan los 1.700 años de vida. Aquí se puede conocer el proceso de producción del aceite de oliva con denominación de origen y degustar sus variedades autóctonas.
Antes de seguir ruta, merece la pena recorrer el casco antiguo de Ulldecona, donde se encuentran joyas arquitectónicas como la Iglesia de San Lucas o la Casa de la Feligresa, un ejemplo singular de modernismo en la comarca.
Comida: 'raciones' con historia
Quizá la mejor opción para comer, al menos en el sentido gastronómico de la palabra, en Ulldecona sea hacer un alto en el restaurante Les Moles, comandado por Jeroni Castell y secundado en sala por Carmen Sauch, su esposa, en una apuesta de alta cocina –Michelin les ha premiado con una estrella y una estrella verde, que valora la sostenibilidad–, con un restaurante de extraordinaria cercanía. Ahora, además, están integrados Pau y Roger, miembros de la segunda generación.
Aquí se ejecuta una cocina principalmente vegetal, aunque no vegetariana (no obstante, sí tiene un menú 100% vegetariano), vegana o exenta de proteína animal, aunque siempre se ha hecho mucho hincapié en el trabajo de huerta y en atreverse a cocinar con verduras.
Eso no quita que ofrezcan un servicio de carta muy competitivo con los grandes éxitos de su cocina, bastante cercano, y un menú para los servicios de mediodía de entre semana (y las noches de viernes y sábado) llamado Tradición a muy buen precio.
Otra buena recomendación es apostar por L'Antic Molí, donde oficia Vicent Guimerà, que desde el año 2004 sienta cátedra con una cocina del territorio que, incluso, cuenta con el sello Slow Food y también está dentro de Guía Michelin, con una estrella desde 2017. Además, también luce una estrella verde.
Con una oferta terrenal para todos los públicos, Guimerà ofrece el menú Amunt, en un espacio al lado de L'Antic Molí (por menos de 30 euros, disponible los mediodías y las noches de viernes y sábado) en el que incluye varios aperitivos, un arroz y un principal. Además, ofrece menús infantiles muy bien medidos de precio.
No obstante, en L'Antic Molí también tiene menús entre diario muy accesibles, aunque las recomendaciones –si el precio no es problema– es apostar por la creatividad en los menús Mans o, si queremos algo muy rupturista, por el menú exclusivamente con galera que hace, un marisco con el que lleva trabajando más de una década y al que digna para sacarlo de la categoría de marisco de segunda. Por si fuera poco, también ofrece carta, con un repertorio para todos los públicos.
Tarde: Tortosa, la eterna capital
Por la tarde, el recorrido sigue hacia Tortosa, la capital histórica de las Terres del Ebro. Situada a orillas del río, su pasado árabe, medieval y renacentista se palpa en cada rincón. Un buen punto de partida es el Castillo de la Suda, una imponente fortaleza islámica que hoy alberga un parador con vistas espectaculares sobre la ciudad.
Otro símbolo de Tortosa es la Catedral de Santa María, una obra gótica impresionante con una fachada barroca inacabada. En su interior destacan el claustro, el altar mayor y el museo diocesano, que alberga piezas de gran valor histórico.
Pasear por el casco antiguo es una inmersión en la historia de la ciudad. Calles como la de la Rosa o la del Teodoro González conducen a plazas y palacios renacentistas, testigos del esplendor que vivió Tortosa en los siglos XV y XVI. No hay que perderse la Judería, una de las más importantes de Cataluña durante la Edad Media.
Para finalizar la tarde, un paseo junto al Ebro permite descubrir la esencia fluvial de la ciudad. La Lonja, el Mercado Municipal o el Pont de l’Estat son testigos de la estrecha relación de Tortosa con el río.
Cena: Villa Retiro
Merece mucho la pena, aunque sea un esfuerzo económico, acercarse al restaurante Villa Retiro, en Xerta, a apenas 15 kilómetros de Tortosa para conocer la propuesta del chef Fran López que fue, en su día, uno de los cocineros más jóvenes en conseguir la estrella Michelin.
La mantiene desde el año 2006 y desde entonces Villa Retiro es una referencia en el Baix Ebre como una de las estrellas más sólidas de la provincia de Tarragona. Ofrece aquí tres menús degustación, uno de ellos solo en servicios de domingo, pero la oportunidad de probar una cocina muy reconocible, sabrosa y local es única. También tiene una carta de vinos amplísima, por lo que la recomendación de pernoctar en Villa Retiro es perfecta.
Día 2: Terres de L'Ebre hacia afuera
El Baix Ebre y el Montsià son las dos comarcas que capitalizan el territorio que oficialmente se conoce como Delta del Ebro, aunque haya pueblos que merezcan la pena fuera de lo que es el estuario que el río ha ido alimentando con sus sedimentos desde hace milenios.
Ahora, por desgracia –y por suerte–, la mano del hombre ha impedido con construcciones a lo largo del cauce (principalmente embalses y presas) que esos sedimentos que un día llenaron la desembocadura del Ebro de esa riqueza se vaya perdiendo ante la acción del mar.
Mañana: Amposta y Sant Carles de la Ràpita
El segundo día comienza en Amposta, una de las puertas de entrada al Delta del Ebro. Aquí, el Puente Colgante, símbolo de la ciudad, ofrece una panorámica privilegiada del río. A pocos pasos, el Museu de les Terres de l’Ebre permite comprender la historia, la cultura y la biodiversidad de la región a través de exposiciones interactivas.
Para los amantes de la naturaleza, el Observatorio de Aves de la Casa de Fusta, en pleno Parque Natural del Delta del Ebro, es una parada obligatoria. Este mirador permite avistar flamencos, garzas y otras aves acuáticas que habitan en las lagunas y arrozales del delta.
A solo 15 minutos, Sant Carles de la Ràpita se abre al Mediterráneo con su puerto pesquero, uno de los más importantes del litoral levantino, y su bahía. Una de las mejores experiencias es realizar una excursión en barco hasta las muscleres, las plataformas flotantes donde se cultivan mejillones y ostras.
En Sant Carles además recomendamos hacer una parada en su mercado y, si tenemos suerte, acercarnos a la lonja –admite visitantes, que pueden ver la subasta– y comprobar cómo llegan los pesqueros al puerto.
Después de eso, un rato a pie de playa por el paseo marítimo y la playa del Trabucador permite disfrutar de la calma de esta zona, donde el delta se funde con el mar. También, en otro momento, esta playa es uno de los mejores lugares de Cataluña para practicar kite surf.
Comida: L'Algadir del Delta; arroces y más
Una de las mejores paradas para comer bien y a un precio razonable que se puede hacer en el Delta del Ebro es el restaurante –y hotel, que también recomendamos– es L'Algadir del Delta, el establecimiento que comanda Joan Capilla y que también luce una estrella verde Michelin, como premio a la sostenibilidad, en este establecimiento de un chef que, advierte, "va a ser uno de los primeros refugiados climáticos de la hostelería en España".
Capilla hace hincapié en defender ese territorio y en la problemática que Delta del Ebro tiene, habida cuenta de que el mar gana terreno al estuario. Su cocina se basa en el producto de proximidad, donde no faltan nunca los arroces y aunque el restaurante permite esa opción de cocina más familiar, también brinda la posibilidad de menús degustación con los que el chef demuestra su creatividad con lo que Tarragona le da.
Tarde: La Illa de Buda y el Estany d’Algadir
Por la tarde, la ruta se adentra en la zona más salvaje del Delta del Ebro. La Illa de Buda, la isla fluvial más grande de Cataluña, es un santuario natural con acceso restringido. Se puede visitar en excursiones organizadas que recorren sus lagunas, dunas y pinares, hogar de especies protegidas.
Otro punto destacado es el Estany d’Algadir, una laguna de gran valor ecológico situada en el municipio de Poblenou del Delta. Este humedal es un paraíso para los ornitólogos y un espacio perfecto para pasear en bicicleta o a pie, disfrutando de los reflejos del sol sobre sus aguas tranquilas.
Para cerrar la jornada, nada mejor que contemplar la puesta de sol desde el Mirador de la Tancada, donde el cielo y el agua se funden en un espectáculo de colores que cambia cada día. Recorrer la costa que serpentea el Delta es sencillo y sus playas son perfectas, en días tranquilos, para bañarse sin complicaciones o practicar algunos deportes náuticos.
Cena: Citrus del Tancat
Acercarse a Alcanar para comer es una buena opción apostando por el hotel Tancat del Codorníu –no guarda ninguna relación con el cava– donde brilla la estrella Michelin del restaurante Citrus del Tancat, en el que oficia el chef Aitor López, un valenciano que representa fielmente los valores mediterráneos de una cocina fresca, marinera y, también con huerta, en este establecimiento que tiene una doble vida.
Si Citrus es el restaurante gastronómico, Arròs&Brases es la apuesta más basada en el gusto por la parrilla y por las paellas, donde se nota la mano que López, que actúa como chef ejecutivo de todo el hotel, maneja a la perfección. Aquí, además, la distribución de pequeños bungalows a modo de habitaciones hace que dormir entre naranjos y palmeras sea una opción perfecta para pernoctar en Tierras del Ebro.
También, tanto para cenar –aunque más para comer–, en Alcanar encontramos un restaurante veterano, de producto y buenos arroces, como es Casa Ramón, donde el suquet de pescado es un imprescindible. Más aún si en él aparecen las famosas galeras, uno de los mariscos más tradicionales de la zona que hace años apenas tenían relevancia en la alta cocina pero que ahora alcanzan cotas importantísimas.
Imágenes | Turisme de Sant Carles de la Ràpita / Turisme de Terres de L'Ebre / L'Algadir del Delta / Villa Retiro / L'Antic Molí / Les Moles / Turisme Amposta
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